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La humanitas hispana. Sobre el humanismo literario en los siglos de Oro

Compra el libro de Javier García Gibert: La humanitas hispana. Sobre el humanismo literario en los siglos de Oro

Tal como se afirma en el Prólogo, el libro supone un recorrido “sintomático” (es decir, estratégico y selectivo) por el humanismo hispánico del período clásico, para mostrar su potencia, autenticidad y singularidad frente a las minusvaloraciones o cuestionamientos de que ha sido objeto –esos “escollos” de los que se habla en el capítulo I. El concepto de la humanitas que figura en el título pretende indicar precisamente una muy concreta perspectiva cultural que, desde luego, no pasa por alto las especiales características del proceso histórico e “intrahistórico” peninsular y que entiende “la humanitas hispana” como aquella peculiar modulación española de la tradición humanística que entraña y se proyecta en una determinada manera de ver y habitar el mundo.

Resumen del libro: La humanitas hispana. Sobre el humanismo literario en los siglos de Oro

El recorrido histórico se inicia en el capítulo II con la localización de los fundamentos -imperfectos, pero significativos- de pre-humanismo español en el siglo XV, que prefiguran las bases de lo que será el humanismo peninsular renacentista, un humanismo tan homologable en sus rasgos esenciales con el resto de los humanismos europeos como singular y característico en muchos aspectos, comenzando por su manifestación prioritaria en lengua vulgar y la canalización de sus contenidos por la vía ficcional de la Literatura (lo que justifica el adjetivo “literario” que reza en el subtítulo de la obra). A este rasgo se añaden otros, que asimismo le son muy propios (y que son analizados en buena medida a lo largo del capítulo III): su fuerte contenido ético, su orientación pragmática, su vocación divulgativa, su flexibilidad de criterios, o esa especial capacidad sincrética y de conciliación entre lo activo y lo contemplativo, el legado medieval y las nuevas ideas renacentistas, las influencias extranjeras y la herencia autóctona, la tradición clásica y la libertad creativa, etc.

En cierto modo, esa flexibilidad de criterios y esa capacidad sincrética y de conciliación del humanismo español es lo que facilita la imbricación del espíritu renacentista en el catolicismo tridentino peninsular, como trata de mostrarse en el capítulo IV. Aunque con evidentes tensiones y conflictos, la “España vivista” y “España ignaciana” acabaron fundiéndose en una sola, configurando precisamente lo que conocemos como la cultura hispánica del Siglo de Oro. El Renacimiento español, puede decirse, se prolongó con naturalidad en la Contrarreforma, que no traicionó las profundas bases del pensamiento y la sensibilidad humanísticos y fortaleció incluso algunos de sus principios fundamentales.

La última parte del libro se encarga precisamente de justificar esa afirmación mediante tres “aproximaciones” a ingenios mayores de la literatura española del siglo XVII (Cervantes, Quevedo y Gracián), que encarnaron diferentes y ricas versiones de un mismo humanismo contrarreformista. Las lecturas son reflexiones de diverso signo (más temática, más erudita y más programática, respectivamente) sobre algún aspecto humanístico significativo en la obra literaria de los autores citados: el tema mayor del albedrío y el motivo menor de los “abrazos” en la obra de Cervantes, el denso trasfondo humanístico de un conocido soneto de Quevedo, y el mapa conceptual y la estrategia formativa en la obra de Gracián, que, como se dice en la última página del libro, constituye, “en sentido absoluto, la última paideia humanística a la antigua usanza que se dio en Europa”.